sábado, 13 de octubre de 2007

La necesidad de la trascendencia y el poder la inmanencia

Históricamente, el ser humano ha buscado un sentido a su existencia. Desde tiempos remotos, este hecho se ha venido manifestando en la creencia en seres superiores, a la propia humanidad, que deciden y determinan el curso de la vida en su entorno. Es así como han nacido los ritos y manifestaciones que ponían al ser humano en contacto con esos seres superiores que trascendían nuestra propia existencia.

Me atrevería a decir que, ciertamente, en toda persona existe la necesidad de dar una explicación a lo incomprensible: el inicio de la vida, el universo, la muerte,… Esto ha llevado en tiempos modernos al desarrollo potencial de la ciencia y sus investigaciones. Pero este desarrollo exponencial y esta opción clara por la ciencia son bastante recientes en nuestra historia humana. Incluso hoy, la ciencia es cuestionada en determinados ámbitos y regiones del planeta y en muchas mentes de este mundo. Ha sido la creencia en la trascendencia la que ha monopolizado nuestra ansia de explicar la vida.

Esta creencia trascendente se materializó en ritos y símbolos que ponían al ser humano en contacto con estos seres creadores del todo, pero sobre todo se estructuró en discursos, teorías y axiomas que venían a dar cuenta de la realidad actual, pasada y futura. De esta forma, el ser humano había encontrado una explicación a su existencia y calmado la necesidad de andar en búsqueda de un porqué a los hechos más naturales y, a la vez, inexplicables (la lluvia, el movimiento del sol, la noche, el día,…).

Este fundamento teórico llegaba directamente de los dioses y tenía, por lo tanto, una inspiración divina que trascendía toda capacidad humana de entendimiento y de duda. Se transmitía por medio de unos pocos seleccionados, elegidos, con capacidades especiales para realizar una lectura divina de la vida, los cuales sí estaban capacitados para este entendimiento.

Es así como la religión viene a ocupar un puesto privilegiado en la vida de la mujer y el hombre. Es desde la necesidad de resolver la duda ante las causas de muchos fenómenos y, sobre todo del dolor y el sufrimiento, que la creencia en una trascendencia que lo domina todo toma fuerza. Lo expuesto hasta el momento es fácilmente comprensible: el ser humano tiene necesidades y busca resolverlas. En este sentido la trascendencia es una buena salida a cuestiones que no es capaz de resolver por sí mismo. Si depositamos todo nuestro desconocimiento en un mismo “saco” que le dé explicación la vida adquiere sentido. Todo está en orden, porque lo que escapa a nuestro entendimiento tiene su razón de ser, lo que ocurre es que sólo unos pocos están preparados para interpretarlo. De esta forma la necesidad de creer en la trascendencia va adquiriendo poder la inmanencia. Es decir, desde el momento en que para poder entender lo que dicta la trascendencia necesitamos de otro ser humano (inmanente) el poder se convierte en inmanente, humano, debido a que será su interpretación de los hechos divinos los que deban ser creídos, aceptados y seguidos.

Nos encontramos, en consecuencia, con la aparición de la religión en la vida de la mujer y el hombre como elemento central. Herramienta esencial para poder vivir y dirigir nuestras vidas acorde a los mandatos de sus creadores.

Este hecho se prolongará hasta nuestros días con distintos recorridos, con diferentes caminos que han llevado a la religión, en nombre de una fuerza divina, a decidir, dominar y determinar el devenir de los pueblos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongo que el ser humano, si va depositar toda su confianza y sus miedos en algo, preferirá hacerlo en algo que sea alto, fuerte y guapo, dígase un becerro de oro, un político muy listo o un cofre del tesoro. Y entre unos que necesitan mirar hacia arriba y los otros que le cogen el gusto a eso de mirar hacia abajo, sólo son felices (digo yo) los que miran hacia donde caminan.
Y es curioso, porque en toda esta situación no he nombrado a Dios, simplemente porque no está. Sólo están los hombres mirándose como tontos.
Eso si, que el que mira hacia donde camina vea o no a Dios es ya otra historia.

Anónimo dijo...

Para mí, el inicio de este blog, ha comenzado visitando el Diccionario de la lengua española.

Inmanente: Que es inherente a algún ser o va unido de un modo inseparable a su esencia, aunque racionalmente pueda distinguirse de ella. Ejemplos que me imagino: la delicadeza y la mujer, la dureza y el hielo, la luz y el sol...pero a su vez también existen y se diferencian uno de otro por separado.

Inmanentismo: Teoría filosófica según la cual lo representado como contenido de la conciencia es la única realidad en oposición a lo que está fuera de ella. Ejemplo que me imagino: si veo el mar con mis propios ojos sé que existe realmente. Aquello que veo dormida, soñando, no es real y no existe.

Creo que nunca voy a terminar de variar mis pensamientos. Todo es relativo, cambiante y sobre todo alterable con todas aquellas circunstancias que vivimos que nos hacen dudar hasta de aquello que creíamos tener tan tan claro.

Me encanta ser conejillo de indias, suerte y felicidades por esto que empieza y no sabemos donde terminará.

Anónimo dijo...

Bueno,literalmente hablando,si pudieramos encontrar ese eslavon que nos separa relativamente de lo inalcanzable,siendo el pasado distante del presente,primero tendriamos que remover cada pedazo de tierra o de roca que flota sobre nuestros oceanos liquidos en este hermoso planeta debido a su gravedad ,para tratar de ubicar ese vestigio,aca ho alla afuera que yace en algun lugar esperando ser encontrado,para poder entender, si somos una casualidad de existir como seres humanos,oh de que un ente divino paso por aqui y sigue pasando mas alla creando vida ,en el inmenso universo infinito.Pero en el pasado nuestros antecesores se sometieron voluntariamente a darle un sentido a su existencia para mantener una armonia con la naturaleza y su biodiversidad que lo rodeaba,sin embargo algunas siempre miravan mas alla,algunas culturas se extraviaban en el intento,otras encontraban un equilibrio,pero otras se extiguian por lo mismo,no obstante por mas que nos neguemos a creer o no creer,tenemos la libre voluntad de decider entre el bien y el mal,como el frio al calor,la luz a la oscuridad,lo que existe y lo que no esxiste,oh ignorantemente decir ver para creer,ho es un cocoroco lo que toco,señores todo ser humano,se adapta a la sociedad de su tiempo,pero toda sociedad tiende a evolucionar mas para bien y prescindir de lo otro.Sea como sea los buenos tiempos y los malos tiempos siempre seran recordados en la memoria de pocos ho de muchos......Espero me disculpen por mis expresiones puesto que no domino mucho esta materia, .............callao 15 de octubre del 2011. M.ANTONIO