domingo, 24 de febrero de 2008

Acertar o aceptar


Tomar decisiones no es facil, pero es apasionante. En la vida que nos ha tocado vivir, tomar decisiones es algo del día a día, algo que al día hacemos varias veces.

Hace 50 años la vida era más facil en este sentido. El hijo del carpintero sería carpintero y se llamaría como su padre, se casaría con la vecina y en el caso de no ser carpintero como su padre, el puesto de trabajo que obtuviera sería de por vida.

Hace 10 años la vida era más facil en este sentido. Quedabas con alguien para dentro una semana y esa cita era inamovible.

Hoy nada tienen que ver con eso. Uno nace y no hay nada decidido sobre su vida. Llamas a un amigo a las 5 de la tarde para quedar esa noche y puede ser que la respuesta sea: "bueno, nos llamamos más tarde para ver qué hacemos". En todo momento hay que estar decidiendo qué hacer. Desde lo más pequeño (qué me pongo, qué hago esta tarde, salgo con fulanito o cambio el plan a última hora) hasta lo más importante (en qué trabajar, dónde vivir,...).

Tener la posibilidad de elegir es el mayor síntoma de libertad, pero esa libertad a veces pesa, pesa la responsabilidad que conlleva. Si la elección sale mal no le puedes echar la 'culpa' a nadie. Es tu responsabilidad.

A mí me encanta poder decidir, no tanto lo del día a día que a veces agota, pero sí las cosas importantes, aunque es cierto que a veces hubiera preferido no tener que decidir.

Lo importante: no tanto acertar en la decisión, que es a veces impredecible, sino aceptar el error que puede venir. Es mi error, nadie más cometerá un error como el mío, parecido pero no el mismo. Mi error es único, forma parte de la exclusividad del universo. Aceptar mi error me alivia, me consuela, me tranquiliza: sí me equivoqué ¿y qué? todas las personas lo hacemos. Después toca el análisis, la reflexión y la puesta en marcha de nuevo... aceptando que pueden venir más errores... no pasa nada.

jueves, 14 de febrero de 2008

Gracias por Berlin

Me está costando escribir algo cada semana, pero es que ha sido una época muy variada. Segunda mitad de enero de exámenes, nada más salir de ellas , viaje a Berlín y visita de Sergio y Emilio. Por último, búsqueda de empleo. Cierto es que nada de eso me impide escribir algo, aunque sea breve, pero debe ser como todo, que la cosa va por épocas. Y en esta época no me ha apasionado tanto escribir. Por nada en especial, son épocas, como suele decir mi madre.

El de hoy va de manera especial para dos grandes. Dos grandes en general, sin más. Podría decir dos grandes amigos, dos grandes personas, dos grandes compañeros de camino. Por todo ello son dos grandes. Y en este caso particular, dos grandes compañeros de viaje.

Sergio y Emilio, Emilio y Sergio. Que por si alguno empieza a dudar, sí son pareja, porque son dos, pero no son novios, jeje.

Viajes al estilo Sergio, que empiezo a descubrir que son los mejores. Un día te llama y te dice que nos vamos a Berlín y punto. La manera ya la decidiremos. El año pasado fue en coche, pasando por Lieja, Bruselas, Bielefeld, hasta Berlín. Este año en avión. La sorpresa esta vez, no fue la manera de llegar, sino dónde dormir. Al final, todo sale.

Viajes al estilo Emilio, que también es el segundo que hago con él. Debates, charlas, humor, momentos tensos (te lo paso, te lo paso)... todo lo necesario para poder decir que has vivido un viaje inolvidable. Hace más de tres años a la Gomera con el tunel "acuático". Ahora a Berlin con Unter den linden.

Por todo ello, solo puedo decir:

Graaa..cias poooor Beeeeerrr...liiiiiinnnn.

Nota: todo esto no hubiera sido posible sin la inestimable acogida de Laury y Ubay, GRACIAS.