domingo, 28 de octubre de 2007

Por qué no leer


Leer porque enriquece, porque culturiza, porque se mejora la comprensión, porque se mejora la expresión escrita, porque mejora nuestras capacidades para la abstracción, porque desarrolla la imaginación, porque se aprenden muchas cosas.

Hace poco leí un libro, que al principio me encandiló, luego me defraudó un poco y al final terminó por gustarme. Me lo dejó mi amiga Iraya y, la verdad, se lo tengo que agradecer. Buen libro: La magia de leer.

Después de dar muchas razones para leer, los autores se limitaron a decir que es bueno leer porque es divertido, lo demás sobra. Si leer no fuera divertido no leeríamos y punto, o no se leería tanto. Leer por todo lo que se dice arriba está bien, pero no es suficiente. Si leer es un esfuerzo, desaparece su encanto. A quién no le ha pasado estar buscando huecos libres para poder coger el libro y desconectar de la realidad, perderse en el universo mágico de las páginas.

Cierto es que a veces hay que hacer esfuerzos para coger el libro, que a veces no motiva. Está claro que leer implica un esfuerzo en comparación con la tele o con Internet, pero cuando uno ha cogido el ritmo, el esfuerzo es dejar el libro porque uno ha quedado o porque tiene que salir.

Y cuando un libro se convierte en divertido, se convierte, inseparablemente, en enriquecedor, en maestr@, en un potente vehículo de aprendizaje.

Cuando trabajaba como Educador Social, cada vez que iniciaba un nuevo taller y/o curso, lo hacía diciendo que eran imprescindible dos cosas: divertirnos y aprender. Las mujeres (que eran las que participaban de los proyectos) lo veían como cosas opuestas y suponían: aprenderemos en las clases y nos divertiremos en los descansos. Esa no era mi intención, aunque a veces fuera así. Lo suyo era divertirse y aprender de forma inseparable. Les decía que tenían que venir con ganas de divertirse. Ése era un requisito básico para poder participar del proyecto. “La que no esté dispuesta a divertirse que se quede en casa”. Pero claro, decir esto a mujeres con un montón de tareas al día, era como decirles que venían a hacer jueguitos, en lugar de estar cumpliendo con sus responsabilidades o de salir a buscar trabajo. La otra parte era que allí íbamos a aprender mucho, pero no sólo ellas sino también yo. Aprenderíamos cómo relacionarnos, como afrontar nuestros problemas del día a día, cómo conocerse a uno mismo, cómo re-descubrir quién eres, cómo buscar trabajo, cómo mantenerlo,… Pero es imposible aprender si uno se aburre.

Aunque nos lo venden como cosas opuestas, no lo es, diversión y aprendizaje son dos caras de una misma moneda que es indivisible. Hablo de aprendizaje, no de memorizar. Todos hemos memorizado muchas veces para un examen y olvidarlo al día siguiente. Aprender es otra cosa.

lunes, 22 de octubre de 2007

LAS GUERRAS MIENTEN (íntegro de Galeano)


LAS GUERRAS MIENTEN
Autor: Eduardo Galeano


Las guerras dicen que ocurren por nobles razones: la seguridad internacional, la dignidadnacional, la democracia, la libertad, el orden, el mandato de la civilización o lavoluntad de Dios. Ninguna tiene la honestidad de confesar: "Yo mato para robar".

El coltán. No menos de tres millones de civiles murieron en el Congo a lo largo de la guerra decuatro años que está en suspenso desde fines de 2002. Murieron por elcoltan, pero ni ellos lo sabían. El coltan es un mineral raro, y su raro nombredesigna la mezcla de dos raros minerales llamados columbita y tantalita. Poco o nadavalía el coltan, hasta que se descubrió que era imprescindible para lafabricación de teléfonos celulares, naves espaciales, computadoras ymisiles; y entonces pasó a ser más caro que el oro. Casi todas las reservasconocidas de coltan están en las arenas del Congo. Hace más de cuarentaaños, Patricio Lumumba fue sacrificado en un altar de oro y diamantes. Supaís vuelve a matarlo cada día. El Congo, país pobrísimo, esriquísimo en minerales, y ese regalo de la naturaleza se sigue convirtiendo enmaldición de la historia.

Los africanos llaman al petróleo "mierda del Diablo". En 1978 se descubrió petróleo en el sur de Sudán. Siete añosdespués, se sabe que las reservas llegan a más del doble, y la mayorcantidad yace al oeste del país, en la región de Darfur. Allí haocurrido recientemente, y sigue ocurriendo, otra matanza. Muchos campesinos negros, dosmillones según algunas estimaciones, han huido o han sucumbido, por bala, cuchilloo hambre, al paso de las milicias árabes que el gobierno respalda con tanques yhelicópteros. Esta guerra se disfraza de conflicto étnico y religioso entrelos pastores árabes, islámicos, y los labriegos negros, cristianos yanimistas. Pero ocurre que las aldeas incendiadas y los cultivos arrasados estaban dondeahora empiezan a estar las torres petroleras que perforan la tierra.

Irak. La negación de la evidencia, injustamente atribuida a los borrachos, es la más notoria costumbre del presidente del planeta, que gracias a Dios no bebe unagota. Él sigue afirmando, un día sí y otro también, que su guerrade Irak no tiene nada que ver con el petróleo. "Nos han engañado ocultando información sistemáticamente",escribía desde Irak, allá por 1920, un tal Lawrence de Arabia: "Elpueblo de Inglaterra ha sido llevado a Mesopotamia para caer en una trampa de la queserá difícil salir con dignidad y con honor".Yo sé que la historia no se repite; pero a veces dudo.

¿Y la obsesión contra Chávez? ¿Nada tiene que ver conel petróleo de Venezuela esta frenética campaña que amenaza matar,en nombre de la democracia, al dictador que ha ganado nueve elecciones limpias? Y los continuos gritos de alarma por el peligro nuclear iraní, ¿nada tienen que ver con el hecho de que Irán contenga una de las reservas de gas más ricas del mundo? Y si no, ¿cómo se explica eso del peligro nuclear?¿Fue Irán el país que descargó las bombas nucleares sobre lapoblación civil de Hiroshima y Nagasaki? La empresa Bechtel, con sede en California, había recibido enconcesión, por 40 años, el agua de Cochabamba. Toda el agua, incluyendo elagua de las lluvias. No bien se instaló, triplicó las tarifas. Una puebladaestalló, y la empresa tuvo que irse de Bolivia. El presidente Bush se apiadó de la expulsada, y la consoló otorgándole el agua de Irak. Muy generoso de su parte. Irak no sólo es digno de aniquilación por su fabulosa riqueza petrolera: este país, regado por el Tigris y el Éufrates, también merece lo peor porque es la más rica fuente de agua dulce de todo el Oriente Medio.

El mundo está sediento. Los venenos químicos pudren los ríos y las sequías los exterminan, la sociedad de consumo consume cada vez más agua, el agua es cada vez menos potable y cada vez más escasa. Todos lo dicen, todos lo saben: las guerras del petróleo serán, mañana, guerras del agua. En realidad, las guerras del agua ya están ocurriendo. Son guerras de conquista, pero los invasores no echan bombas ni desembarcan tropas.Viajan vestidos de civil estos tecnócratas internacionales que someten a los países pobres a estado de sitio y exigen privatización o muerte. Sus armas,mortíferos instrumentos de extorsión y de castigo, no hacen bulto ni meten ruido.

El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, dos dientes de la misma pinza, impusieron, en estos últimos años, la privatización del agua en 16 países pobres. Entre ellos, algunos de los más pobres del mundo, como Benín, Níger, Mozambique, Ruanda, Yemen, Tanzania, Camerún, Honduras, Nicaragua. El argumento era irrefutable: o entregan el agua o no habrá clemencia con la deuda ni préstamos nuevos. Los expertos también tuvieron la paciencia de explicar que no hacían eso por desmantelar soberanías, sino por ayudar a la modernización de los países hundidos en el atraso por la ineficiencia del Estado. Y si las cuentas del agua privatizada resultaban impagables para la mayoría de la población, tanto mejor: a ver si así se despertaba por fin su dormida voluntad de trabajo y de superación personal.

En la democracia, ¿quién manda? ¿Los funcionarios internacionales delas altas finanzas, votados por nadie?

A fines de octubre del año pasado, un plebiscito decidió el destino del agua en Uruguay. La gran mayoría de la población votó, por abrumadora mayoría, confirmando que el agua es un servicio público y un derecho de todos. Fue una victoria de la democracia contra la tradición de impotencia, que nos enseña que somos incapaces de gestionar el agua ni nada; y contra la mala fama de la propiedad pública, desprestigiada por los políticos que la han usado y maltratado como si lo que es de todos fuera de nadie. El plebiscito de Uruguay no tuvo ninguna repercusión internacional. Los grandes medios de comunicación no se enteraron de esta batalla de la guerra del agua, perdida por los que siempre ganan; y el ejemplo no contagió a ningún país del mundo. Éste fue el primer plebiscito del agua y hasta ahora, quese sepa, fue también el último.

lunes, 15 de octubre de 2007

¿Por qué se pelean Irán y Estados Unidos?

Tres pueden ser las causas del desencadenamiento del conflicto entre Irán y Estados Unidos: económicas, históricas e ideológicas.

La lucha por recursos suele ser uno de los factores más relevantes en cualquier conflicto. En este caso nos encontramos en una región rica en petróleo y gas. Esto significa que Irán es rico en energía tan necesaria para Estados Unidos. Irán sabedor de esta situación comercia con China y Rusia, y es a estos países a los que vende energía. Estados Unidos pretende por lo tanto controlar la zona y asegurarse así el abastecimiento energético durante muchos años. Analizando esta lógica se nos plantea una cuestión, si Irán necesita vender petróleo debido a su precaria economía y Estados Unidos necesita obtenerlo debido a su alta dependencia del mismo ¿por qué no llegan a un acuerdo en el cual los dos salen beneficiados?

Es aquí donde nos aproximamos a la verdadera causa de fondo del conflicto. Irán y Estados Unidos no cooperan en su mutuo beneficio por diferencias ideológicas. El país persa es una República Islámica regida por el poder religioso chiíta. Estados Unidos considera que Irán está sometido a una dictadura islámica que impide la democracia. Desde ahí se opone al régimen teocrático de Teherán condenándolo con sanciones económicas. Irán a su vez cataloga a Estados Unidos como el Gran Satán, el principal enemigo del Islam. Otra vez debemos detenernos en este discurso y preguntarnos por qué entonces Estados Unidos comercia con otros países islámicos donde tampoco hay democracia, como es el caso de Arabia Saudí.

Irán y Estados Unidos mantienen un conflicto ideológico histórico. Con el rechazo estadounidense a finales de los años 70 a que prosperara la Revolución Islámica en detrimento de un gobierno que le había permitido a Estados Unidos explotar el petróleo, el país anglosajón fue considerado por el nuevo régimen teocrático como el principal enemigo del Islam. A partir de ese momento se rompen los lazos diplomáticos y Estados Unidos pierde su influencia sobre el país asiático y su capacidad de obtener los recursos fósiles tan necesarios para su economía. Es por tanto una cuestión ideológica la que mantiene el conflicto. Posiciones donde ninguna de las partes están dispuesta a negociar y nunca han tenido la intención en el pasado.

Con Reagan al frente de Estados Unidos y Khomeini al
del Irán
se inicia el conflicto histórico

Las tres causas están íntimamente relacionadas. Asegurarse el abastecimiento energético y la salud de su economía llevó a Estados Unidos a oponerse a la subida al poder del chiísmo, el cual cuando obtuvo el poder se opuso fuertemente a Estados Unidos generando ahí una lucha ideológica propiciada por intereses económicos.

¿Qué papel juega en todo esto el programa nuclear iraní y sus intenciones militares?

El programa nuclear armamentístico de Irán ha servido para polarizar aún más el conflicto, pero no es en sí mismo la causa de éste. Se le puede considerar el detonante de la actual situación, que le puede servir a Estados Unidos para justificar acciones y sanciones más duras, con el apoyo de la comunidad internacional, sobre el régimen iraní que faciliten un cambio de régimen. Por su parte, el gobierno de los ayatolás convierte esta nueva crisis nuclear en causa nacional, avivando así los ideales de la Revolución mermados entre su población por las durezas económicas a las que se ven sometidos y, de esta forma, mantenerse más tiempo en el poder.

sábado, 13 de octubre de 2007

La necesidad de la trascendencia y el poder la inmanencia

Históricamente, el ser humano ha buscado un sentido a su existencia. Desde tiempos remotos, este hecho se ha venido manifestando en la creencia en seres superiores, a la propia humanidad, que deciden y determinan el curso de la vida en su entorno. Es así como han nacido los ritos y manifestaciones que ponían al ser humano en contacto con esos seres superiores que trascendían nuestra propia existencia.

Me atrevería a decir que, ciertamente, en toda persona existe la necesidad de dar una explicación a lo incomprensible: el inicio de la vida, el universo, la muerte,… Esto ha llevado en tiempos modernos al desarrollo potencial de la ciencia y sus investigaciones. Pero este desarrollo exponencial y esta opción clara por la ciencia son bastante recientes en nuestra historia humana. Incluso hoy, la ciencia es cuestionada en determinados ámbitos y regiones del planeta y en muchas mentes de este mundo. Ha sido la creencia en la trascendencia la que ha monopolizado nuestra ansia de explicar la vida.

Esta creencia trascendente se materializó en ritos y símbolos que ponían al ser humano en contacto con estos seres creadores del todo, pero sobre todo se estructuró en discursos, teorías y axiomas que venían a dar cuenta de la realidad actual, pasada y futura. De esta forma, el ser humano había encontrado una explicación a su existencia y calmado la necesidad de andar en búsqueda de un porqué a los hechos más naturales y, a la vez, inexplicables (la lluvia, el movimiento del sol, la noche, el día,…).

Este fundamento teórico llegaba directamente de los dioses y tenía, por lo tanto, una inspiración divina que trascendía toda capacidad humana de entendimiento y de duda. Se transmitía por medio de unos pocos seleccionados, elegidos, con capacidades especiales para realizar una lectura divina de la vida, los cuales sí estaban capacitados para este entendimiento.

Es así como la religión viene a ocupar un puesto privilegiado en la vida de la mujer y el hombre. Es desde la necesidad de resolver la duda ante las causas de muchos fenómenos y, sobre todo del dolor y el sufrimiento, que la creencia en una trascendencia que lo domina todo toma fuerza. Lo expuesto hasta el momento es fácilmente comprensible: el ser humano tiene necesidades y busca resolverlas. En este sentido la trascendencia es una buena salida a cuestiones que no es capaz de resolver por sí mismo. Si depositamos todo nuestro desconocimiento en un mismo “saco” que le dé explicación la vida adquiere sentido. Todo está en orden, porque lo que escapa a nuestro entendimiento tiene su razón de ser, lo que ocurre es que sólo unos pocos están preparados para interpretarlo. De esta forma la necesidad de creer en la trascendencia va adquiriendo poder la inmanencia. Es decir, desde el momento en que para poder entender lo que dicta la trascendencia necesitamos de otro ser humano (inmanente) el poder se convierte en inmanente, humano, debido a que será su interpretación de los hechos divinos los que deban ser creídos, aceptados y seguidos.

Nos encontramos, en consecuencia, con la aparición de la religión en la vida de la mujer y el hombre como elemento central. Herramienta esencial para poder vivir y dirigir nuestras vidas acorde a los mandatos de sus creadores.

Este hecho se prolongará hasta nuestros días con distintos recorridos, con diferentes caminos que han llevado a la religión, en nombre de una fuerza divina, a decidir, dominar y determinar el devenir de los pueblos.